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DEBATE
Kicillof, Dólar y Leyes por Bulat, Bonelli, Gallo y Blanck
22/08/2014

El fin del voluntarismo mágico

El Cronista

Por Tomás Bulat.

La suba del dólar blue y del dólar oficial no son más que el grado que indica la temperatura de la macroeconomía argentina. La fiebre aparece después que la infección, es solamente el síntoma de la enfermedad.

Los pesos
La enfermedad de la economía argentina se llama inflación y la principal consecuencia hoy de esta es el desbocado déficit fiscal que obliga al Banco Central a emitir pesos todos los meses en cantidades astronómicas.

Tanto emite el BCRA desde comienzos del año para darle dinero al Gobierno para sus gastos, que para que la base monetaria no crezca tanto, la deuda en LEBACS pasó de $ 90.000 millones a más de 180.000 millones. Más que duplicándose en solo estos meses.
Lo interesante es que la deuda del BCRA subió $ 90.000 millones en solo seis meses, que si lo ponemos al tipo de cambio oficial de 8,30, equivale a u$s 11.500 millones, casi todo el reclamo de los holdouts.

Si así como se lee, el crecimiento de la deuda del BCRA creció el equivalente a todo el reclamo de los ‘fondos buitres’.

Las proyecciones ya varían tanto de cuanto tiene que crecer la base monetaria este semestre, pero como mínimo unos $ 120.000 millones más. Por lo tanto, la cantidad de pesos hasta fin de año será un 30% más alto que ahora.

Los dólares
El saldo comercial este año 2014 se estima será uno u$s 3.500 millones menor al del año pasado. Es decir, el saldo fue 12.400 millones en 2012, 8.000 millones en el 2013 y 4.500 millones en el 2014.
Por lo tanto, entran cada vez menos dólares a la economía. Lo interesante es que la proyección del 2015 muestra un saldo comercial negativo. Con lo cual Argentina ya se queda sin entrada neta de dólares.

La otra entrada de dólares era la posibilidad de endeudarse y así incrementar el colchón de las reservas, pero ahora con el default y el cercano desacato, esa posibilidad se cerró bastante.
Por supuesto esto ahora puede morigerarse. Griesa no aceptó el desacato, pero dijo que la medida sería ilegal. Es un mensaje. Hoy no hay desacato porque no hay ley. Pero si la ley se aprueba, definitivamente se vienen las sanciones. 

Las inversiones para minería o energía, principalmente en Vaca Muerta, han entrado en un letargo, no han desaparecido, pero están esperando a ver qué sucede con la resolución del conflicto de la deuda.

Realidad vs magia
Así que tenemos y tendremos muchos más pesos, y tenemos y tendremos muchos menos dólares. No hay que ser economista para saber que el dólar va a subir.

Pero no es el problema la suba del dólar, es la fiebre. Si el Gobierno quiere borrarla mágicamente sin tomar medidas para que haya menos pesos y para que haya más dólares, le cuento que la realidad, normalmente de manera dura, termina dominando.

Kicillof empuja cada vez más fuerte a Fábrega

Clarín

Por Marcelo Bonelli

La crisis de la deuda ahondó esta semana la feroz interna entre Axel Kicillof y Juan Fábrega sobre cómo enfrentar el descontrol de las variables económicas.

Así el Gobierno enfrenta la pelea con los fondos buitre con una profunda división de criterios entre el Banco Central y el Ministerio de Economía.

En estos días se volvieron a ver duros enfrentamientos y ambos ya ingresaron a la etapa de la descalificación personal.

El jefe del Palacio de Hacienda –en reuniones de su equipo– se refiere a Fábrega como “ignorante” por su escasa preparación académica: lo descalifica porque no tiene título universitario. En herméticos encuentros con banqueros, Fábrega no oculta su disgusto y dice de Kicillof y su equipo que “es un grupo de jóvenes vagos, que no estudian los problemas ”. También repite entre sus colaboradores que “Axel es un soberbio ” y que el equipo económico “vive encerrado en un micromundo.

” El ministro acusa a Fábrega de “ser un lobbista de los banqueros ” y de intentar “llevar adelante los deseos de los bancos en el BCRA.” Kicillof –con el aval de Cristina– logró excluir a Fábrega de cualquier decisión en la estrategia contra los fondos buitre. Ahora quiere echar al titular del Banco Central, o por lo menos controlar su directorio reemplazando a funcionarios.

Fábrega renunció el 30 de julio, pero Cristina no lo dejó ir : “Vos te vas cuando yo quiera.” En la Casa Rosada temen por los secretos que conoce Fábrega sobre los millonarios beneficios que Lázaro Báez recibió del Banco Nación y también sobre cómo el BCRA autoriza discrecionalmente el giro de utilidades al exterior de compañías multinacionales. Hay sospechas de corrupción.

Ahora el jefe de la autoridad monetaria, para sobrevivir, resolvió mantener una actitud absolutamente pasiva.

Fábrega –en privado– confió a los máximos financistas de Argentina, una estrategia peligrosa para enfrentar el avance de Kicillof. Fue en encuentros individuales con varios banqueros como Claudio Cesario, Jorge Brito y Enrique Cristofani. El presidente del Banco Central comunicó lo siguiente: “Voy a hacer todo lo que pida Axel.” La peculiar estrategia tiene un argumento central para Fábrega: sostiene que al no oponer resistencias a las ideas de Axel, la economía va entrar en una inestabilidad que obligará a reaccionar a tiempo a la Presidenta. En otras palabras: Fábrega piensa que las ideas de Kicillof terminarán haciendo chocar al país contra una pared.

Su primera y evidente concesión fue dejar bajar la tasa de interés: a partir de ese día se desató una nueva corrida del dólar, que ayer tocó el récord de 14 pesos y acumuló una suba del 8%.

Se volvió a hablar de devaluación y Fábrega tuvo que acelerar el ritmo del ajuste cambiario, como había hecho en enero, antes de la devaluación.

La segunda concesión obligará al BCRA a aumentar la emisión monetaria.

Ya está aprobado que el Tesoro cancelará con bonos deudas que tiene con el Banco Central, para que Fábrega pueda “darle a la maquinita”.

Esto asegurará más inflación.

La crisis es fruto de la impericia interna, pero la pelea con los fondos buitre profundizó los problemas.

El anuncio de la Presidenta del martes tuvo el efecto inverso al deseado por la Casa Rosada. Cristina y Kicillof clamaron que era para cumplir y abonar la deuda. Pero la lectura de Wall Street fue exactamente la inversa: que el plan para cambiar el lugar de pago se hace para no pagarles a los buitres y abre la posibilidad de ampliar el default a muchos bonistas que entraron en los canjes.

Ocurrió lo mismo que hace una década, cuando Fernando de la Rúa y Domingo Cavallo, en 2001, anunciaron el megacanje pensando que eso generaría confianza; pero los inversores leyeron que la Argentina iba hacia la insolvencia.

Miguel Galuccio está inquieto por el manejo de la deuda y quiere acusar a Kicillof porque fracasa otro de sus planes de inversión. Para colmo en la Casa Rosada critican que haya contratado al liberal Nicolás Gadano como asesor, siendo un hombre del PRO y habiendo sido economista jefe de Repsol. En verdad, Galuccio tiene varios frentes abiertos. Sergio Massa estudia denunciarlo en la SEC de los Estados Unidos, por los contratos millonarios que firmó a favor Schulumberger, la empresa de donde proviene el ejecutivo.

El Gobierno tuvo un sofocón porque el fondo buitre Black Rock amenazó esta semana con vender masivamente sus fuertes tenencias de acciones de YPF, en repudio por la denuncia de la Presidenta contra Donnelley La dura amenaza de los directivos de Black Rock fue lo que obligó a Cristina Kirchner a pagar el costo político de una marcha atrás en la aplicación de la ley antiterrorista a Donnelley.

Galuccio habría trasmitido las malas noticias.

El petrolero habría pedido a la Casa Rosada prudencia en esas denuncias. Se sostiene que el fondo NML de Paul Singer tiene una participación accionaria en el Banco Hipotecario, propiedad del propio Estado y de Eduardo Elsztain.

En Manhattan, el lunes hubo una cumbre de bonistas, convocada por Goldman Sachs .

Asistieron delegados de George Soros, Perry, Fir Tree, Mason Capital y GSO.

La reunión fue coordinada por Thomas Tormey y Agustina Pechi, ambos de Goldman. Hablaron de explorar una solución al conflicto de la deuda argentina, para no afectar sus propios patrimonios.

Hubo criticas a Kicillof, pero la sorpresa fue la conclusión. Los poderosos banqueros de Wall Street coincidieron en lo siguiente: que no tenía sentido hablar con Cristina y que había que conseguir un stay hasta marzo del 2016, para negociar directamente con el futuro Presidente.

Las ‘bolas y bolitas’ de Axel Kicillof y la Presidenta

El Cronista

Por Alejandra Gallo.

A su inconfundible estilo descontracturado el ministro de Economía, Axel Kicillof, le sumó más terminología coloquial a su verba académica desde que la Argentina ingresó al default (¿técnico?). Tal vez por eso el titular del Palacio de Hacienda recurrió a una curiosa metáfora para explicar las bondades de las gestiones de los Kirchner respecto de la deuda externa cuando el miércoles defendió el proyecto de la presidenta Cristina Kirchner para modificar el canje.

El funcionario estrella a los ojos de la Presidenta, dijo que antes del gobierno del ex presidente Néstor Kirchner el problema de la deuda “era una bola de nieve imparable” y que tras el primer canje (2005) se convirtió en “una bolita de nieve manejable”. Ahora bien, ¿con qué vara medirá la bola y la bolita? ¿Acaso el INDEC le estará dando una mano?

Es cierto que la deuda se achicó en relación con el PBI durante la gestión del ex presidente Néstor Kirchner; pero también es cierto que el superávit gemelo que existía se perdió, la inflación dejó de ser una ‘bolita’ de un dígito para inflarse tanto que es hoy la segunda más alta de América Latina (y de ¡dos dígitos!), el dólar (oficial) está el doble que en 2003 y sólo durante la gestión de Kicillof y en dos ocasiones en lo que va del mismo año, la brecha con el dólar oficial y blue está en un nivel histórico. (A ningún otro ministro de Economía de los Kirchner le cayó encima semejante ‘bola de nieve’).

Si se miran los tres inviernos que vendrán en materia de inflación, tipo de cambio, holdouts y crisis energética, la herencia para el próximo Gobierno más que una ‘bolita’ parece que será una ‘bola de nieve’ que podría convertirse, incluso, en un gigante muñeco de nieve que, finalmente, aplaste los bolsillos de todos los argentinos (el gasto público también), la generación de empleo y las inversiones privadas.

En sólo una semana a los empresarios les llovieron varias ‘bolas de nieve’. En el contexto del default, el anuncio de la Presidenta sobre un nuevo canje ganó más rechazos que adhesiones; hay quienes no podrían elegir bonos en territorio nacional porque, sencillamente, sus protocolos se lo prohiben. Lo que sí logró la Casa Rosada es dividir una vez más a la oposición que salió atrás del anuncio a discutir qué hará cuando se vote este tema en el Congreso.

En este contexto, el proyecto de ley de abastecimiento se ganó el premio mayor de todas las ‘bolas de nieve’. Dicen todas las cámaras empresarias que comenzaron su desfile por el Congreso el miércoles (entre otras, Asociación Empresaria Argentina, IDEA, Foro de Convergencia Empresarial, Sociedad Rural, Cámara de Importadores, Cámara de Comercio, Sociedad Rural, ACDE, Grupo de los 6) que esta iniciativa no ayuda a promover ni empleo ni inversiones aunque los funcionarios digan lo contrario. 
Por eso lo ven como un tema exclusivamente ideológico y como un nuevo enfoque de la economía por parte del Gobierno. De todos modos, saben que la semana próxima esta iniciativa tendrá dictamen favorable en el Senado y pronto se convertirá en ley (salvo que lluevan ‘díscolos’ en las filas oficialistas). Por eso, en el frente empresario ya tienen casi lista la presentación que harán ante la Corte de esta ley a la que consideran inconstitucional, según confirmaron altas fuentes de AEA, ACDE, IDEA y el FCE. Confían en que contarán con el apoyo de un amplio espectro: pequeñas y medianas empresas, organismo de defensa de consumidores y sindicatos.

El problema no es sólo un articulado sino todo el conjunto del texto y su concepción general. A diferencia de la ley de AFJP, ésta no necesitaría tener sentado a un director que represente al Estado en su directorio para fijar precios, costos, stock, márgenes de rentabilidad: se haría –desde la perspectiva privada– desde un escritorio de un funcionario que reemplaza a la Justicia. En definitiva: la iniciativa encubriría el objetivo de intervenir en la liquidación de cereales consiguiendo los dólares que le faltan al Gobierno y en aumentar la recaudación mediante la aplicación (y ejecución) de multas millonarias.

Para el Gobierno, en la era del ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, los empresarios se quejaban por la falta de normas escritas y ahora, en la era Kicillof-Costa, también se quejan porque están escritas. Es decir, que estas son todas exageraciones porque los empresarios-buitre no quieren asumir el costo de ser los únicos responsables de la inflación; en fin, hacen de una ‘bolita’ una ‘bola de nieve’.

Buitres, economía y campaña, un cóctel tóxico

Clarín

Por Julio Blanck.

La voz de Roberto Lavagna suena con un timbre ligeramente indignado: “No, terminantemente no”, responde cuando se le dice que fuentes oficialistas aseguran que Carlos Zannini y después la mismísima Cristina Fernández lo llamaron, casi como consultándolo, antes de que esta semana el Gobierno anunciara su última, pero quizás no definitiva, pirueta para hacer frente al problema de la deuda, los fondos buitre y los fallos exasperantes del juez neoyorquino Thomas Griesa.

Lavagna agrega, de su propia cosecha, otra desmentida terminante de un supuesto encuentro suyo sobre el mismo tema con Jorge Capitanich, versión que circuló con baja intensidad en horas recientes. Pero admite que tiempo atrás, “de modo indirecto”, el Gobierno le hizo saber su satisfacción por su pronunciamiento en favor de respetar el pago al 93% de bonistas que entraron en los canjes de 2005 y 2010. Ese mensaje de beneplácito obedecía a que la postura de Lavagna contrastaba con la de quienes aconsejaban pagar tal y como ordenaba la Justicia norteamericana.

Paradojas de este tiempo de relato con final deshilachado: esa posición la dejó escrita Lavagna en un artículo que se publicó en Clarín el 24 de julio pasado, bajo el título “Con la deuda, mejor el tifón que el tsunami”. Allí sostenía que, para no hipotecar el futuro por cumplir con una decisión judicial controvertida, había que “tomar la decisión de pagar donde sea a la amplia mayoría que ingresó al canje”. Ese es el “tifón” según Lavagna, menos destructivo que el “tsunami” de la avalancha de juicios del 93% de acreedores que entró a los canjes si la Argentina pagaba según el fallo judicial en los EE.UU. Es, también, parte del camino ahora elegido por la Presidenta con destino incierto.

Más allá de la cuestión puntual de la deuda y los fondos buitre, en la que aconseja “buscar el mal menor”, Lavagna mantiene y hace más profundas sus críticas. Dice que la ley que anunció Cristina “no soluciona nada” porque no es parte de un cambio en la política económica, aunque señala que es positivo que el país muestre capacidad y voluntad de pago. Pero asegura que el Gobierno “cometió todos los errores habidos y por haber ” desde que “se cambió de guía y el barco va cada vez por peor rumbo”. De acuerdo a su visión, el cambio de guía y de rumbo se produjo hacia fines de 2005, cuando debió dejar el gobierno de Néstor Kirchner.

Como es fácil ver, en términos políticos la sola hipótesis sobre contactos con la Presidenta, el jefe de Gabinete y el secretario Legal configura una situación algo incómoda para Lavagna, que fue el timonel de la primera gran reestructuración de deuda externa en 2005 y hoy es figura central en el esquema del ambicioso Frente Renovador que lidera el no menos ambicioso Sergio Massa.

Pero la incomodidad es inevitable, para Lavagna y para cualquiera, ya sea que forme parte de la oposición, como él, o del Gobierno. Es que el cóctel entre conflicto por la deuda, declinación constante de la economía e inminencia de la campaña electoral da por resultado una mezcla tóxica que puede contaminar todo el tránsito de aquí a la renovación presidencial del año próximo.

La iniciativa del Gobierno sobre el cambio de domicilio de pago de la deuda y eventual reapertura del canje instaló, por ahora, muchas más dudas que certezas sobre qué escala tendrá al final del recorrido este default inicialmente selectivo.

La economía respira a través de las expectativas y mucho más una economía asfixiada como la argentina. Demasiadas incógnitas se abren y una sola certidumbre se vislumbra: en diciembre de 2015 habrá nuevo gobierno. Quizás esto pueda operar, al cabo, como un gran factor estabilizador. Pero las decisiones del Gobierno, cambiantes y siempre teñidas por el ideologismo, hacen que esa cuesta termine siendo mucho más empinada que lo que era razonable esperar.

El deterioro del oficialismo y la fundada inquietud sobre la economía juegan como puñal de doble filo para la oposición. Les allana parte de la pulseada política y a la vez les compromete el futuro más allá de 2015. Pero a diferencia de supuestos emprendimientos patrióticos anteriores desplegados por el kirchnerismo, esta vez el Gobierno parece que no logra pescar ni incautos ni inocentes entre las filas opositoras.

Macri les ganó de mano a sus competidores clavando de entrada su oposición tajante a la nueva ley de Cristina. El jefe del PRO actuó con reflejos veloces y sin tener necesidad de conciliar posiciones diversas al interior de su fuerza. El macrismo es la más homogénea en términos ideológicos y la más disciplinada en términos políticos de las formaciones que compiten en las grandes ligas locales. También, claro, es la de desarrollo por ahora más limitado.

Los radicales y socialistas, que en el pasado supieron ser vulnerables al discurso fácil de matiz progresista que imponía el kirchnerismo, esta vez dudaron más. Pronto Binner y Cobos marcaron un camino de rechazo que fue completando el resto de la UCR. Por su lado, Carrió rechazó apurar una definición. En fin: otra postal de la dificultad de UNEN para ponerse de acuerdo en algo.

El centroizquierda de Solanas o De Gennaro puede estar seducido por las pinceladas soberanas de la herramienta que propone el kirchnerismo, pero finalmente los espanta la escasa capacidad y la intención de quienes la manejan.

Con un proceso interno más complejo, Massa tuvo que atravesar una pequeña tormenta en su equipo económico hasta alumbrar la iniciativa de rechazar el proyecto de Cristina y prometer uno alternativo. En el Frente Renovador hay quienes entendían que la ley oficial es el “mal menor” (en palabras de Lavagna) y otros que aconsejaban sostener que el país debe cumplir sus compromisos tal como los asumió, acatando con el menor daño posible el fallo del juez Griesa.

Massa unificó el discurso de su tropa bajo el criterio de que el conflicto con los fondos buitre, con toda su importancia, no es la cuestión central que complica la economía. Que el impuesto al salario, la inflación, la recesión, las amenazas sobre el empleo, la falta de inversión, son tanto o más depredadoras que la acción de los buitres.

En el oficialismo no hubo matices. Con Daniel Scioli al frente, reclamando con énfasis un apoyo “sin mezquindades” al proyecto de la Presidenta, poco cabía esperar de todas las otras versiones de ese palo, todas ellas más cercanas a Cristina que el gobernador bonaerense.

Las decisiones que toma ante coyunturas como esta le dejan a Scioli un desfiladero cada vez más estrecho para transitar en su intento de diferenciarse del kirchnerismo duro. Así, le resultará aún más trabajoso despegar su suerte electoral de la que le imponga el tono final que tenga la presidencia de Cristina. Esa cercanía es parte de su fuerza, pero también puede ser su condena.


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