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DEBATE
Raúl Vilarino: De los laberintos se sale por arriba
05/05/2016

De los laberintos se sale por arriba

MINING PRESS

RAÚL VILARIÑO

rvilarino@gmail.com

Tengo un amigo japonés, nacido en la hermosa isla de Okinawa. En la década del ´50, viajó junto a su familia a la Argentina radicándose en la ciudad de Avellaneda. De profesión economista, posee una personalidad muy afable. Dueño de una mirada comprensiva de la realidad, en sus dichos pueden establecerse dos características sobresalientes: la ausencia de ofensas y la crudeza de sus juicios.

El asegura que el principal mérito de los japoneses es hacerle creer al resto del mundo de que son serios. A mi particularmente me sorprendió, y debo confesar hasta me resultó chocante el comentario, dado que trabajo desde hace muchos años en eficiencia productiva y ambiente, combinando mejora continua e innovación, con una fuerte influencia de la filosofía empresarial japonesa. Cuando aconteció el desastre natural del terremoto y tsunami de marzo de 2011 dejó a la vista el desastre tecnológico de Fukushima. A medida que se iban conociendo detalles quedaban al descubierto que la central nuclear, por razones económicas tenia criterios de proyecto, constructivos y de operación, basados en estudios de riesgos “optimistas”. Si bien  las instalaciones soportaron razonablemente las consecuencias del terremoto no ofrecieron la misma protección frente al tsunami. Falló todo lo esperable y lo inimaginable.

Además supuestamente se estaba utilizando un tipo de combustible no previsto en el proyecto original. Los residuos nucleares y el agua de mar se combinaron para convertir este accidente en el más severo de la actividad, hasta la fecha, con consecuencias ambientales desconocidas. Inevitablemente me vino a la memoria el comentario de mi amigo japonés.

Volvamos a nuestra tierra, con problemas mucho más simples y con consecuencias muchísimo menos devastadoras

Las autoridades gubernamentales como las empresas mineras invariablemente cuando tienen que fundamentar su desempeño utilizan el mismo argumento: que la actividad minera se desarrolla cumpliendo un marco regulatorio excepcional y exigente como en ninguna otra y que abarca todas las etapas de un emprendimiento minero, desde la prospección, la exploración, la operación, el cierre y abandono. Y es totalmente cierto. Estos menesteres arduos y profundos se llevan a cabo involucrando a distintos organismos públicos y de la academia.

Se realizan actualizaciones repetitivas bianuales en el mismo formato documental, del desempeño ambiental de las faenas mineras.

Tanto reguladores  como regulados cuando llega el momento de exponer sus resultados se muestran convincentes y serios.

Entonces qué pasó en la cordillera, que finalmente una explotación minera, insignia de la megaminería nacional,  termina judicializada. ¿Cuáles serán las consecuencias de este accidente, para el desarrollo de la minería si hoy día los sitios y activistas antimineros aún enrostran la torpeza de Esquel? ¿Será acaso que la actividad ha establecido su propio relato y se lo creyó?

A partir de estos interrogantes por favor permítanme a continuación hacer un análisis llano pero no por ello carente de entidad, tratando de hacer un humilde aporte sobre algunas debilidades presentes en la actividad y contribuir a que sean disparadores de fortalezas.

Previamente, antes de comenzar,  declararé desde dónde voy a opinar al respecto. Además de un amigo japonés tengo varios amigos mineros. Estos argumentan que soy un ambientalista devenido en minero. Me he desempeñado vinculado a la actividad minera en el área técnica tanto  en el sector público como en el privado. Mi primera aproximación a la actividad fue formando parte del equipo ambiental que realizó varios estudios de impacto ambiental (EIA) para una mina en Sierra Grande. Después de ello participé en la confección de estudios ambientales para otras faenas metalíferas, minerales energéticos,  rocas de aplicación, minerales industriales y calizas. También en explotaciones de áridos para construcción y tosca (minería de tercera categoría). A su vez me resulta familiar la problemática de la minería de subsistencia. Este recorrido laboral me ha convertido en un observador privilegiado. Soy ambientalista, amo a la naturaleza, al desarrollo productivo y la minería me apasiona, tanto como una gestión ambiental que aporte soluciones y no problemas a la producción, a la naturaleza y la comunidad.

Sin lugar a dudas la geografía de la argentina es adecuada para una serie de actividades extractivas. Las mismas están regidas por marcos regulatorios basados principalmente en criterios de comando y control, con matices de prevención, sin estimular la mejora continua (aunque el concepto aparece en artículos que nunca se reglamentan) y ni que hablar de alguna mención sobre innovación. Entre otras podemos mencionar la explotación forestal, la actividad pesquera y la minería.

Las provincias que para desarrollarse solo pueden contar con la minería enfrentan innumerables  desafíos y dificultades. Es muy ardua la tarea de promover y hacer minería. A todas luces el principal escollo es legitimar frente a la comunidad cada proyecto legalmente aprobado. Y  lamentablemente el principal argumento antiminero lo aporta el mismo sector.

El análisis que propongo es un recorrido por algunos conceptos, etapas e instalaciones, comentarios sobre el comportamiento humano y la comunicación externa, con el foco puesto en identificar algunos problemas y en la medida de lo posible ensayar algún aporte en la solución. Comencemos desde lo conceptual.

En términos de desarrollo sustentable ninguna actividad minera puede serlo. Al igual que otras actividades extractivas algunos impactos de consideración son transgeneracionales.

En cambio puede aportar y mucho al desarrollo sustentable de la región donde opera, sin dudas. Fundamentalmente por la infraestructura que trae asociada e influencias culturales.

Pero siempre y cuando:

  • No solo fomente exclusivamente el desarrollo de proveedores de servicios mineros (cosa que hace de manera excelente). Eso es solo desarrollo económico acotado e intrageneracional, atado a la vida del proyecto.

  • Desde el comienzo de la explotación apoye y contribuya a generar otras actividades económicas para el grueso que no quiere o no puede ser proveedor minero y que no dependa de la vida de la mina, sino que la trascienda.

  • No considere que el mejor legado a la comunidad es el desarrollo de huertas orgánicas, la formación de agentes ambientales municipales,  un pit inundado para realizar a futuro actividades acuáticas, la prohibición de acercarse al dique de colas, cual pantano de paredes inestables que se convertirá en un complejo desierto polvoriento o la donación de herrumbrados galpones.

Las etapas iníciales de cualquier proyecto minero se caracterizan por una inversión muy prudente dado que la prospección y la exploración pueden arrojar resultados inciertos o peor aún  alguna mala noticia puede llegar de los mercados internacionales o de la comunidad. Los mercados aparecen en el dominio de lo externo es decir son amenazas que no dependen de la gestión de la minera. En cambio los problemas con la comunidad son una debilidad y dependen exclusivamente de la actitud de la empresa. La mayoría de los problemas se manifiestan en esta etapa y se arrastran por siempre.

Superados estos escollos y ya encaminados a la aprobación del proyecto se hace imprescindible contar con sólidas  líneas de base ambientales y estudios que revelen cuáles pueden ser impactos ambientales significativos a lo largo de la vida del proyecto. Y aquí otra vez comienzan los recortes presupuestarios. Los trabajos profundos son caros, dejándole paso a  los de tipo “acuarela” que ni siquiera permiten defenderse a futuro. Se ha convertido a parte del marco regulatorio en un formulario. Las consultoras ambientales en lugar de hacer aportes valiosos con sus trabajos deben limitarse a hacer estudios bonitos, profusos, difusos y confusos con presentaciones monumentales. En varios casos frente a una contingencia legal cuando se necesitó recurrir al estado de situación inicial del medio natural se han encontrado con un raquitismo considerable en contenidos y alcance. Posible solución entre otras obtener líneas de base y estudios ambientales que se vinculen y crucen con el plan de mina y el de cierre para ampliar áreas y alcances. Esto permitirá contar con programas de gestión ambiental concretos basados en la mejora continua, a partir de cuestiones reales de la etapa de explotación y cierre. Hay que dotarlos de un hilo conductor y deben ser consistentes.

Si hay algo que no se le puede negar a la minería es su coherencia filosófica.  Las mismas asimetrías de trato y consideración que prodigan a las diferentes partes interesadas en sus actividades y productos la reflejan en la tecnología utilizada en cada etapa.

La minería despojada de todo su glamour es una actividad basada en criterios de que la naturaleza es un almacén finito y un sumidero infinito. Podría clasificarse como de tratamiento a fin de tubo, concepto absolutamente anacrónico hoy día, pero no hay tratamiento sino disposición final. Es increíble que todavía se utilice un dique de colas en donde no solo no se trata ningún efluente líquido sino que se acepte como lugar de disposición final de barros de un proceso químico. Que el mismo se constituya como uno de los riesgos mayores de la actividad y represente la causa de uno de los tres impactos permanentes. Además en la mayoría de los casos el lugar elegido para su construcción está entre los de mayor concentración de riesgos. Ninguna actividad industrial puede disfrutar de semejante bendición. Parece que nadie escuchó hablar de la imposición de internalizar los costos ambientales de la actividad económica. Conceptualmente comparada con la tecnología de otras etapas podríamos ubicarla en la era preindustrial. Posible solución entre otras los relaves disponerlos en un confinamiento de ecualización, recuperar agua, metales y áridos, a un ritmo asimilable a la obtención del concentrado, solamente tratando y luego disponiendo adecuadamente las colas que sean realmente complejas desde el punto de vista ambiental. Aquí hay mucho espacio para aplicar innovación y desarrollo. Hay un atraso de 300 años. Y si pensamos en un tema de escala la minería se hace cargo de una pequeña porción de lo que extrae, el resto lo convierte en subsidios ambientales y sociales, que los termina pagando la comunidad y la naturaleza.  Considero que a esta altura de los acontecimientos se hace necesario abandonar el comportamiento que se le atribuye al perro que dio vuelta la olla. Si no se hace una autocrítica profunda y honesta cada vez vamos a ver menos proyectos mineros. Si no se cambia el paradigma productivo van a ser los jueces quienes decidirán sobre la actividad. Partes interesadas comunidad, organismos gubernamentales (y el poder judicial).

En franco contraste con la etapa mencionada anteriormente, las tecnologías aplicadas para la evaluación de los bancos, la explotación del yacimiento, los equipos asociados, los transportes, la molienda, mezcla y concentración pertenecen claramente al siglo XXI. Esa tecnología y modernidad es la que nos deslumbran en ferias y exposiciones. Pero toda esta magnificencia está al servicio del producto y de los tiempos de extracción. Partes interesadas: inversores, accionistas, clientes, proveedores críticos y su personal (Relación de primera).  

Un comentario aparte merece una tecnología de concentrado mineral. Sus orígenes están vinculados al desalinizado de suelos agrícolas. Si bien la adaptación minera es mucho más rigurosa, y es considerada una tecnología efectiva y segura, lo que no se comprende es cómo no se implementan acompañadas con sistemas de protección y operación redundantes, con varios anillos de contención en casos incidentes o accidentes y con un programa de mejora continua e innovación con metas anuales controladas por la autoridad de aplicación. Aquí otra vez se vuelve a notar un menoscabo hacia la comunidad y organismos gubernamentales. Entiéndase este concepto como una relación de segunda con estas partes interesadas.

Continuando con la etapa de beneficio es fantástico ver como durante los 365 días del año durante toda la vida útil de la mina siempre se obtenga un producto homogéneo en calidad y cantidad. Independientemente de la ley mineral. Eso sí,  cambian las condiciones de los relaves cuando la ley es floja,  ya que se utilizan mayores volúmenes de agua, se genera mayores cantidades de barros y se aplican productos químicos más agresivos. Y esto emparienta increíblemente a un explotación minera con etapa de beneficio con los pequeños establecimientos curtidores de la provincia de Buenos Aires, además de la percepción social muy negativa sobre ambas actividades. La calidad del cuero obtenido a partir del recurtido, para la confección de prendas, carteras y zapatos es admirada y apreciada  mundialmente. Siempre pareja aunque ingresen como entrada al proceso “cueros de búfalos de la sabana africana”, novillos o “cuises”. Pero las variaciones de la materia prima incide considerablemente en la complejidad ambiental del vuelco. Y aquí terminan las coincidencias ya que en caso de descargas sin tratamiento la autoridad de aplicación las borra del mapa. No existe la opción de tratamiento a fin de caño porque es muy cara y tampoco la disposición a cuerpo receptor porque está prohibida. Solo queda reconvertir procesos productivos  en base a innovación y desarrollo como medio para la adecuación ambiental.

Ya aproximándonos al final del artículo,  permítanme ingresar  un instante en el ámbito de la subjetividad, aunque lo expuesto a continuación es fruto de charlas informales y de la observación propia. El minero se mantiene en una permanente lucha contra la naturaleza y desarraigado. Sería conveniente desde los departamentos de RRHH trabajar más en este aspecto: el afecto por el entorno. Que se conozca mejor el sistema natural y sus vulnerabilidades. Recurriendo a una verdad de Perogrullo solo se valora lo que se conoce. Y que en lugar de antes de salir ajustarse los pantalones y enfrentar a la naturaleza, hagan lo opuesto agradeciendo su infinita misericordia y bondad. Hay que cambiar el concepto antropocéntrico frente a los sistemas naturales. El continuo mensaje de confort y prolijidad en las instalaciones productivas y de servicios, junto a las directivas de orden, limpieza, capacitación y seguridad desde lo individual han bajado considerablemente la siniestralidad laboral en su frecuencia y severidad. Agregar esta nueva capacidad y destreza sin duda hará las operaciones más seguras desde el punto de vista ambiental.

Terminamos el recorrido haciendo un comentario “con toda la onda”. Sería deseable que quienes escriben los reportes globales conozcan personalmente el yacimiento, las operaciones y el entorno natural y social. Salvo lo referido a los resultados económicos, cuyos capítulos tienen contenidos esmerados y precisos por  ser información destinada a las partes interesadas de primera, el resto tiene una componente de relato considerable.

Conclusión

El Consejo Internacional de Minería y Metales (International Council on Mining and Metals ICMM), es una organización de vanguardia en hacer posible la minería.

 “La visión de ICMM consiste en una industria viable de minería, minerales y metales; ampliamente reconocida como fundamental para la vida moderna y un contribuyente clave del desarrollo sustentable”

Entre sus primeras publicaciones facilitaron el acceso a una serie de manuales técnicos excepcionales. Realizados a partir de una profunda autocrítica y el pedido de disculpas por los incidentes y accidentes globales, que había provocado la actividad. A partir de allí se sentaron las bases para el nuevo paradigma aplicable a los emprendimientos mineros, reflejado en su misión

 “La misión del ICMM es doble, por un lado, destacar a sus miembros como líderes de la industria y, por el otro lado, contribuir a elevar los estándares de la industria en su conjunto”

En cambio el paradigma actual de la actividad minera en la República Argentina se desarrolla en un contexto de asimetrías en la consideración de las distintas partes interesadas, basadas en una relación de primera con inversores, accionistas, clientes, proveedores críticos y su personal y de segunda con los organismos gubernamentales y la comunidad.   Las mismas se manifiestan en la actitud y la toma de decisiones de cada empresa y se reflejan en la tecnología utilizada en cada etapa de la faena. A su vez el marco regulatorio aplicable se basa principalmente en: 1- La aplicación del Principio de precaución, 2- Con matices de la figura de contaminador - pagador, 3- Implementado con criterios de comando y control y 4- Sin incentivos y obligaciones sobre la actividad, en documentar anualmente los resultados ambientales logrados comparado con su histórico,  sus planes de minado, producción y su programa de cierre.

Todo esto alienta claramente a la judicialización. Entonces ¿qué puede salir mal? ¿Estamos inmersos en un laberinto? De ser así Leopoldo Marechal ya nos dio una pista de cómo resolver la encrucijada.


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