(Por Claudia Cooper) - Los últimos acontecimientos llevan a reflexionar sobre el rol de la minería para los ciudadanos y no únicamente para aquellos bajo su ámbito de influencia.

Hace unos años, en unas presentaciones que realicé en provincia sobre la importancia de la minería, la preocupación se centró en la cantidad de recursos que iba a recibir la región por los ingresos mineros. El beneficio percibido podía no ser tan directo y se vinculaba a las obras que estos recursos permitían. También se habló de los impactos indirectos sobre el empleo, como el desarrollo de la industria metalmecánica, sector servicios en torno a las empresas mineras, y el aporte al sector construcción.

Empero, poco se habla del impacto sobre ciudadanos y que explica por qué el boom de los commodities vino más asociado al desarrollo de las regiones con menor presencia minera, que al de aquellas con el mayor beneficio. Y me refiero al impacto sobre las principales variables financieras: inflación, tipo de cambio y tasa de interés.

Y es que la minería es clave para el sector externo. No solo por los ingresos que genera por exportaciones, sino también por los flujos de divisas que entran a través de la cuenta de capitales, vía inversión extranjera. Y son estos flujos los que ayudaron al Perú a ahorrar reservas, que nos permiten anclar hoy las expectativas devaluatorias, lo que contribuye, a su vez, a controlar las pérdidas de los agentes endeudados en dólares y el riesgo-país.

En cuanto a las tasas de interés, los tributos generados por la minería han sido claves para la envidiable situación de las finanzas públicas. La relativa holgura fiscal y la saludable situación externa son el pilar fundamental para la estabilidad de precios. Expectativas cambiarias e inflacionarias ancladas y cuentas fiscales saludables permiten que el costo de financiamiento sea uno de los más bajos. De esto nos beneficiamos todos los que queremos comprar un bien que requiera ser importado o financiado.